FITO&FITIPALDIS. Concierto de 2007

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FITO DONOSTIA 2007

Fecha: 2-III-2007.  Interpretes: Zodiacs, Fito&Fitipaldis.  Lugar: Velódromo Anoeta, Donostia. Asistencia: casi lleno. Precio: 22 euros. 

A falta de grandes conciertos internacionales, son los grupos hispanos los que se están programando de un tiempo a esta parte en el Velódromo. Y sin complejos, además. Así, tras los reventones consecutivos de El Canto del Loco y La Oreja el pasado año, el viernes noche fueron Fito&Fitipaldis los que llenaron el recinto donostiarra, aunque esta vez, por poco, no llegó a agotarse el taquillaje.

Pero el merito de Fito es, si cabe, mucho mayor. Que el bilbaíno se este codeando en la listas con El Canto, La Oreja u otros que aterrizarán próximamente en Anoeta como Bisbal o Alejandro Sanz, es como cuando la Real ganaba las Ligas al Madrid y al Barca. Porque Fito juega con desventaja en cuanto a promoción y apoyo mediático. Porque hace rock en vez de pop. Y porque, aunque es verdad que al cantante y guitarrista el éxito de masas le ha llegado cuando ha dejado el rock duro de Platero y Tú y se ha pasado a una propuesta autónoma más desnuda, acústica, y digámoslo claramente, accesible, su repertorio de swing, blues y mucho y clásico r&r no es lo que se lleva. Quizá por eso el público era mucho más adulto que el congregado por ejemplo con La Oreja.

Con un escenario inmenso y sendas pantallas a los lados, la producción anticipaba que el show no tendría nada que con los más cercanos que Fito había ofrecido en sus anteriores visitas a Gazteszena o Kursaal. A modo de gran concierto de rock, caía el telón y Fito y sus cinco Fitipaldis (batería, bajo, saxo, teclados, guitarra) estaban ya atacando con Un buen castigo. La primera tanda de canciones pareció fría, con la banda quizás poco suelta, interpretando las canciones de manera un tanto mecánica. Tampoco ayuda actuar en macro recintos con un cancionero tan íntimo como el de F&F. ¿Pero qué hacer? ¿Llevarlos al Victoria Eugenia y dejar a 8.000 tíos en la calle? Whisky barato aportó marcha y en Quiero ser una estrella, guiño de Fito, que cantó dando la espalda a la marea humana. Un breve descanso dio paso a un set acústico difícil de entender. ¿Era necesario con una propuesta que de por si es mas para mecheros que para dar palmas y saltar? El set recordó tres temas de su primer disco (Rojitas las orejas, Quiero beber hasta perder el control y la recuperada El funeral), más ese crimen que es la versión rumba que han hecho de Callejón sin salida, de Barricada. Con diferencia, lo mejor de la noche vendría después. Otra versión, Deltoya, de Extremoduro, y la instrumental 214 Sullivan Street, pusieron a la gente a bailar, con la banda rockeando mas intensamente y muchos duelos cara a cara entre el saxofón de Javier Alzola y las guitarras del líder y su actual mano derecha, el ex Sangre Azul y ex M-Clan Carlos Raya, al que se le vio se vena dura en la brillante A la luna se le ve el ombligo, con un gran solo. La fiesta se desbordó con La casa por el tejado y sobre todo Soldadito marinero, en la que, por fin, se hizo participar al respetable, iluminando a la masa (tenia que haber sucedido más a menudo) y dejándole cantar a solas. Fue el momento más emocionante de la velada. Los bises fueron valientes. Cinco temas del último CD consecutivos. Abrazado a la tristeza, versión de Extrechinato y Tú, con una eficaz realización en las pantallas e imágenes en blanco y negro, hizo encender de nuevo los mecheros, Acabo de llegar, cautivó con toda la banda en primera línea y correteando de lado a lado, en pleno éxtasis colectivo con un final de tema muy Dire Straits. Fue precisamente Donde todo empieza la que cerró dos horas y media (se pudo hacer algo largo) de un muy profesional y calculado concierto ¿Demasiado para alguien tan natural como Fito?

Texto: AITOR ZUBIZARRETA

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