WACKEN 2024. Día cuatro. Crónica y fotos

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Texto: María Amor Fernández

Fotos: Iñigo Malvido

Y llegó el sábado, el día de la despedida, la jornada en la que a media tarde te empieza a entrar la bajona porque sabes que la semana del paraíso se acaba y vuelve la maldita rutina que inunda tu vida.

No había tiempo que perder, la traca final habría de ser antológica y ya desde muy temprano nos plantábamos en el Bullhead para ver a Wolf. Lo siento, pero lo de estar a las 11 de la mañana en el Infield para Tankard no fue posible. Wolf me encantaron, con su sonido intenso en el WET Stage. Caigo en la cuenta de que llevo un buen taco de conciertos en el Bullhead y este año parece que el escenario de la derecha suena tan bien como el de la izquierda. No sabíamos cuál era el misterio por el que el Headbangers siempre sonaba peor. Wolf, con algunos coros grabados, sonaron genial. Arrancaron con “Shoot to kill” y continuaron con un “The Bite” que nos enganchó ya del todo. Para “The Ill‐Fated Mr. Mordrake” la locura empezaba a invadir el WET a pesar de lo estático de los músicos. “Dust” fue otra de las estelares con un Niklas Stålvind tan fantástico al micro y a la guitarra como soso en las presentaciones. “Speed On” fue la traca final. Verlos en sala tiene que ser increíble.

Tras el Heavy Metal de Wolf, pasamos al escenario de la derecha para ver a Exumer. Abrieron con “The Raging Tides” y continuaron con “Brand of Evil”. Sonidazo sin aditivos, totalmente orgánico, no se necesita nada más y el público lo sabe y se vuelve loco. Empujoners, circle pit y no hay wall of death porque la organización lo tiene totalmente prohibido bajo amenazas. Cerraron con “Possessed by Fire” entre una inmensa polvareda.

Turno para Prey For Nothing. lo pasamos de miedo rodeados de banderas de su país, Israel, y de otros, porque el grupo se cagó en todas las religiones nada más salir. Bastante están sufriendo, habiendo perdido a algún amigo por el camino, como para andar sembrando odio en vez de hacer lo que mejor saben, tocar death melódico de alto nivel. La música acabaría con la guerra si nos dejasen. Llevan 15 años en la carretera y un buen puñado de discos. Abrieron con “Cowardice” para continuar con “The Maw”. Yotam se nos muestra como un frontman que debería impartir clases a muchos, enseñarles de qué va esto, qué es el metal y cómo hay que vivirlo y mostrarlo sobre un escenario. Con su larga melena se echa al grupo a la espalda, mostrando en momentos como el de “The Screaming Shore” que la banda vale mucho más de lo que podríamos imaginar. Cerraron con “Against All Evil”, dando así carpetazo a su sueño cumplido de tocar por fin en Wacken Open Air. Merecido.

Cuando nos retirábamos rumbo al Infield para ver a Sebastian Bach, comenzó a llover. Duró apenas una hora, pero la verdad es que lo hizo con una especial violencia. Así que vimos el show del eterno vocalista de Skid Row bajo el poncho. No nos frenó. Lo disfrutamos de igual forma, y es que nos habían prometido que el show iba a ser un repaso de la primera época de Skid Row y el altísimo cantante no defraudó, haciendo sonar uno tras otro los hits de la banda que le dio la fama, mostrando aún a día de hoy un buen nivel. No tomé ni una nota por no poner la libreta bajo el agua y echar a perder todo el trabajo, pero de memoria os puedo contar que disfruté con “Monkey Business”, “Sweet Little Sister”, “Slave to the Grind”, “Youth Gone Wild” y por supuesto esa maravilla sin igual titulada “18 and Life”. Otro gracias muy grande.

Fue terminar Sebastian Bach y desaparecer el agua. Esperamos los quince minutos de rigor. Y es que una de las novedades de este año es que entre actuación y actuación se dejaba transcurrir ese tiempo para que la gente se trasladara entre los escenarios sin prisas. Testament aparecían en el Harder, el escenario de la derecha. Nueva cita con el Thrash. Nueva locura. Al barro.

“Eerie Inhabitants” para empezar. Se venía una lluvia de clásicos, de temazos, de himnos. Cualquier fan de la banda habría dado por bueno el set list que se avecinaba. “The New Order” para empezar con el headbanging. El suelo cedía y era difícil mantener el equilibrio sobre el barro. Da igual. Chuck canta “For the past it’s too late … ‘Cause the world can’t control fate”, ¿quién se puede comportar? Al lío.

Acaban Testament y nos vamos acelerando el paso al Bullhead. Vio-lence están ya sobre el escenario. Error de cálculo por parte del festival. Nos perdimos los primeros temas, no daba tiempo a llegar. Sólo Sean Killian ha sobrevivido desde el 86 hasta nuestros días y aunque está bien acompañado, uno no puede más que pensar en los videos de sus comienzos y lo alejado que está lo que está viendo de todo aquello. Llego cuando suena “Phobophobia” y no hay mal ambiente, pero tampoco es lo que vimos con Exumer por la mañana ni mucho menos con lo que acababa de suceder con Testament. Pienso que la mayoría de los presentes están allí más por curiosidad y por el nombre que por conocer de verdad los temas. No llegaron a triunfar.

Nuevo paseo hasta el Wasteland. Primera de nuestras dos citas del día con el Black Metal. Asagraum iban a presentar su ceremonia a plena luz del día. Una pena.

Muy buena puesta en escena del cuarteto. Tenía la espina clavada y haciendo daño. Me la pude quitar por fin. Abren con “»They Crawl From The Broken Circle» de su segundo “Dawn of Infinite Fire”. Sorpresa para mí, que ya esperaba por una salida más normal con “Ignem Purificat Lilitu”, pero no, tiraron de temas más antiguos en el comienzo, para irse al último álbum en la mitad del show con “Impure Fire”, “Opus ad Errantem” y “De waanzin roept mijn naam”, la canción con la que cierran el disco y con la que me escapé para que me diera tiempo a ver el final del show de Uli Jon Roth, que actuaba en el Bullhead y del que apenas pude disfrutar ya de dos temas, eso sí, clásicos de Scorpions, esa maravilla “Catch Your Train” del buscadísimo “Virgin Killer” y “The Sails of Charon”. Corto pero mágico. Malditas coincidencias.

No nos movemos del Bullhead. Llega el momento de Flotsam and Jetsam, una banda a la que no había visto nunca antes. No me lo podía perder. No me lo podía creer. Por fin.

Flotsam and Jetsam habían prometido un show old school y cumplieron con creces. Una hora de concierto con cuatro temas del “Doomsday for the deceiver” y tres del “No place for disgrace”. No hubo tiempo para más y se quedó fuera “Iron Tears”, lo cual, me mató. Mucho carisma y calidad sobre el escenario teniendo aún presentes a Michael Gilbert a la guitarra y al increíble Eric A.K. A la voz, que canta como cuando aún estaba Newsted con ellos. Imposible no ir a romper y darle al headbanging sin parar desde el inicio de “Hammerhead” pasando por “Dreams of Death”, “Desecrator”, “I Live You Die”, “She Took an Axe”, “No Place for Disgrace” y “Doomsday for the Deceiver”. Rozaron la perfección.

Casi doce horas en pie y aún nos habíamos marcado una traca final, pues Mayhem celebraban su 40 aniversario en el Louder Stage y había que estar. Ni qué decir tiene que nos perdimos a unos cuantos grandes nombres en el Infield a lo largo de la jornada de los que seguro te hablarán en otros muchos medios que no habrán estado comiendo el polvo y el barro que nosotros nos metimos en este 2024.

Antes de Mayhem llegaba el anuncio del cartel 2025, que no negaremos nos ha dejado un poco fríos con el primer anuncio a pesar de mostrar ya más de 30 nombres. Se esperan bandas más gordas, pero Wacken suele dar pocas sorpresas al respecto. De momento Machine Head y Gojira figuran como cabezas de cartel y eso, sí, es demasiado poco. Lo que sí se trabajaron bien fue la presentación tirando de drones como si no hubiera mañana y de un buen espectáculo pirotécnico con unos artistas en el Infield que no logré identificar desde la lejanía, pues estaba preparado para ver el show de Mayhem, cuya salida se retrasó más de la cuenta hasta el final del anuncio.

El festival agonizaba, muchos ya habían ido abandonando el recinto e incluso algunos campistas iban desmontando y comenzando su viaje de regreso. El chaparrón de la tarde pasó factura y algunos se asustaron temiéndose una aventura similar a la del año anterior. Nada más lejos de la realidad. Nuestro coche estaba en una densa pradera y hora y media más tarde salimos sin dificultad alguna.

Mayhem presentó un show audiovisual realmente impactante que dejó lo musical casi en anécdota. Toda la trasera del escenario era una gran pantalla que proyectaba unos visuales a los que el grupo dotaba de banda sonora, como si de una película del antiguo cine mudo se tratase. Un gran show, impactante sin duda, pero que poco tiene que ver con el espíritu del Black Metal de siempre. Hubo que esperar al final para lo realmente especial, la interpretación de “Deathcrush”, “Necrolust” y “Pure Fucking Armageddon” con la incorporación e Messiah y Manheim. Demasiado poco y personalmente, un tanto decepcionante, aunque a decir verdad, no sé qué se podía esperar.

Y con esa dosis de Black Metal nos despedimos. Salimos sin muchas penas y sin mirar a atrás. Sin duda pensando en que está en nuestra mano el volver y repetir experiencia. ¿Tú qué harías?

¡Wackeeeen!

 

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