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KOBETASONIK. Crítica 2008.

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KOBETASONIK. Crítica 2008.

KOBETASONIK FESTIVAL, BILBAO  2008.

El heavy metal ha llenado Bilbao en el primer fin de semana del verano, que además de calor, ha traído hasta el Botxo a una multitud de melenudos de negras vestimentas desplazados desde todos los rincones del Estado a la llamada de la primera edición del Kobetasonik Festival, que arrancó el viernes en las campas del monte Kobetas y que habrá echado el telón esta pasada madrugada con una segunda jornada en la que Kiss era reclamo mayor indiscutible.

Dos enormes escenarios se repartieron sucesivamente a la docena de grupos del viernes, sin que se solaparan por tanto las actuaciones y cumpliendo los horarios a rajatabla, configurando asi un maratón ininterrumpido de metal plural y diverso, con heavy histórico (Judas Priest), power (Sonata Arctica, Gamma Ray, Helloween), tralla bruta (Cavalera Conspiracy, Ministry, Slayer), hard (Airboune, Gotthard), guiño euskaldun (Su Ta Gar), exotismo (Apocalyptica) y el típico grupo novel para abrir fiesta (Black Tide). El público respondió desde primera hora, con altas asistencias ya en los primeros grupos, cuando el sol caía a plomo, y aparentemente con fans para todos y cada uno de los grupos.

Pero fue a medianoche cuando el frente del escenario principal se llenó a rebosar (la organización esperaba 25.000 asistentes) para ver a las estrellas de la noche, Judas Priest. De nuevo en lo más alto tras el regreso al micro de Rob Halford en 2005, el veterano quinteto británico debutaba en Bilbao al poco de publicarse su nuevo álbum conceptual en torno a la figura del visionario Nostradamus. Con un imponente escenario a dos alturas con escaleras y plataformas, los Judas atacaron un set list diferente, con un par de novedades (Prophecy, Death) y temas poco habituales en su repertorio (Eat me Alive, Hell Patrol, Dissident Agresor o Rock Hard, Ride Free), bien enlazadas con sus viejos clásicos. La banda sonó con fuerza, comanda por los guitarristas Downing/Tipton, la pareja de hachas que mejor representa la esencia del heavy metal sobre un escenario, pose y estética. Por ellos no pasan lo años. No podemos decir lo mismo de Halford. El hombre esta ya muy cascado y en escasa forma, hinchado y con sobrepeso notorio. Rob sufrió lo suyo, canto concentrado, encorvado, pero ciertamente conserva aun su potencia vocal. Quizá fue el evidente cansancio del cantante el que motivó que las pausas entre canciones fuesen tan notorias, rompiendo el ritmo de show. Fue el gran lunar de una descarga por otra parte convincente. Del resto, gustó mucho el enérgico hard vía AC/DC de los precisamente australianos Airboune, descubrimiento del festival para muchos, la fiereza inusitada, violenta y sin tregua de Ministry, el thrash asesino de Slayer (aunque como Judas, con excesivas pausas) y el contagioso buen hacer de Gamma Ray. Helloween volvieron a fallar con la elección del repertorio, y con la palabrería y los gallitos de Deris, aunque en el bis, en compañía de Gamma Ray al completo, pusieron Kobetas patas arriba con los clásicos Future World y I want Out. Y el nuevo grupo de los ex Sepultura hermanos Cavalera tampoco cubrió del todo las expectativas, pese a dar cancha ampliamente al legado Sepul.

Inconveniente organizativo fue el lamentable traslado en los buses lanzadera al dichoso monte. Mas de una hora de espera para subir desde el BEC! y colas kilométricas para bajar, lo mismo que para comprar un raquítico bokata en ¡el único! puesto de comida del interior. La priva de alto octanaje sí corría mas fluidamente, como si el festi se hubiera rebautizado en “KubataSonik”. A mejorar.

TEXTO: AITOR ZUBIZARRETA

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