IRON MAIDEN. Donostia 2000

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IRON MAIDEN    VELODROMO DE ANOETA, DONOSTIA (2000).

Fecha: 18-7-2000.

Lugar: Velódromo de Anoeta, Donostia.

Interpretes: Spiritual Beggars, Entombed, Iron Maiden.

Asistencia: unas 7.500 personas.

Tras Pearl Jam, Maná y The Corrs, Iron Maiden tomó el martes el relevo en las citas rockeras multitudinarias de Donostia. El Velódromo volvió a ejercer de punto de encuentro para cientos de personas llegadas desde toda la mitad norte de la península y el sur de Francia. El motivo de tanta peregrinación no era otro que vibrar, una vez más, con el heavy metal de Iron Maiden, que se presentaban con Bruce Dickinson al frente seis años después de la marcha del carismático cantante.

Era desde luego la noche Maiden a todos los efectos, y el personal pasó olímpicamente de los teloneros suecos. Ni Spiritual Beggars, hard rock setentero, ni los más cañeros Entombed, consiguieron hacerse notar, en parte porque les endosaron un sonido impresentable.

Con Maiden llegó el espectáculo. Enorme escenario decorado por hierros, escaleras, telones de fondo que reproducían las portadas de los discos, vistosos pasillos aéreos por los que Dickinson se pasearía una y otra vez, explosiones, fuego y luces por doquier. En el aspecto visual, siempre tan importante para los Iron, nadie debió sentirse defraudado. En lo musical,sin embargo, el concierto no resultó tan rotundo. El sexteto británico cumplió y se entregó, con el líder Harris ametrallando con su bajo, Bruce, sobrado a la voz, muy comunicativo y agradecido con la ciudad, recorriendo kilómetros como un chaval y jaleando continuamente al público, y Janick Gers también muy activo: el guitarrista rubiales sigue siendo un chollo para los fotógrafos, es todo pose y posturitas.

Pero la de anteayer no fue la mejor actuación de La Doncella en Anoeta. ¿Razones? Varias. Por un lado el grupo se empeña en los últimos tiempos en estructurar sus descargas volcando en la primera parte sus canciones nuevas, una decisión cuando menos discutible y que originó un ritmo desigual en la primera hora. Por otro lado, el sonido, aunque mejoró respecto a los teloneros, no fue bueno y por momentos resultaba complicado distinguir los instrumentos. Y quizás se echó en falta una propinilla en el repertorio, aunque la hora y tres cuartos que duró el show sea una tiempo razonable. Con todo, el público la gozó: The Wickerman, 2 minutes to Midnight, The Trooper, Fear of the Dark o Iron Maiden, con un gigantesco Eddie de fondo y Bruce cantando desde el interior de la bestia, arrasaron. También el bis con The Number of the Beast, Hallowed Be Thy name (con ayuda descarada desde la mesa de sonido para Dickinson) y una apoteósica Sanctuary. Hasta la próxima.

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