WACKEN 2025. Crónica Viernes
WACKEN 2025. Viernes 1 de agosto
Texto: Alejandro Ordónez
Fotos: Iñigo Malvido
Si algo bueno tienen los festivales es que siempre te cruzas con un buen puñado de bandas nuevas si pones un mínimo de interés. Dominum eran una de esas que tenía en mi lista negra de pendientes. Tocaba tacharlos.
Dominum. Conciertazo del Dr. Dead y sus zombies metálicos. Power metal melódico con todo lo que eso implica: samplers, coros enlatados y demás truquitos. Sí, lo que por desgracia está de moda. Aun así, me engancharon mucho más de lo que esperaba. Los de Núremberg saben cómo montar un show: visual, dinámico y lleno de temazos.
Cuando sonó “Frankenstein” la peña se volvió loca, y su versión de “Rock You Like a Hurricane” fue un guiño respetuoso a los Scorpions pero llevándoselo a su terreno. Un gustazo para los oídos y para los fotógrafos, que se peleaban por cazar el mejor disparo entre la pirotecnia y la puesta en escena. Yo, lo confieso: salí de ahí como nuevo fan.
Forbidden. “40 Years of Twisted Evil Tour”. Con semejante nombre estaba claro que iba a ser grande. Y vaya si lo fue: un arranque a degüello con “Infinite” y “Out of Body (Out of Mind)” del Twisted into Form, seguido de un viaje al pasado con “March into Fire” de su debut Forbidden Evil. El barro no dejaba margen para mucho pogo, pero el headbanging compulsivo estuvo garantizado.
El set fue un toma y daca entre los dos primeros discos. “Twisted into Form” sonó de lujo, con el público metidísimo, y “Forbidden Evil” fue demencia pura gracias a un Norman Skinner enorme, que clavó las voces como si Russ Anderson hubiera vuelto a sus mejores tiempos. “Divided by Zero”, su primer tema original en 15 años, fue la única licencia fuera del repertorio clásico, que alcanzó el clímax con “Step by Step”.
Por fin, solos de verdad, cera sin trampa ni cartón, sin samplers ni mierdas modernas. Un directo auténtico, natural, sudando historia y actitud. De la formación original quedan Matt Camacho (bajo) y Craig Locicero (guitarra), pero a nadie le importó. La esencia estaba intacta, y encima contaban con Daniel Mongrain (ex-Voivod) metiendo solos que son palabras mayores. Cerraron con “Through Eyes of Glass” y “Chalice of Blood”. Se notaba que ellos disfrutaron tanto como nosotros. Enormes.
Angel Witch. Kevin Heybourne sigue tirando del carro de Angel Witch. Para mí llegó tarde el momento de verlos por primera vez, pero aún así me hizo ilusión recordar mis tiempos de adolescencia.
Sonaron hasta cuatro cortes de su debut mítico, con sonido impecable salvo en la inicial “Atlantis”, que sirvió de calentamiento. El problema: el público. Poca gente, seguramente por el barrizal del WET Stage, y encima todos muertos. Con “Sorceress” decidí largarme: Nailbomb estaban en el Louder y no pensaba perderme su show entero.
Nailbomb. Aquí sí que me lo pasé pipa. Del proyecto original solo queda Max Cavalera, pero da igual: esto va de revivir canciones que fueron tan brillantes como fugaces.
Con su hijo Igor al frente, el show no me desagradó para nada. Vale, no queda nada de la banda original, pero vivir “World of Shit” en directo me puso la piel de gallina. El himno, repetitivo y efectivo, sonó brutal mientras el sol asomaba tímido sobre el barrizal del Louder.
Tres guitarras para tocar riffs que aprenderías en media clase de guitarra, pero aquí no se viene a presumir de técnica, se viene a escupir rabia. El barro me quitó las ganas de saltar, pero “Religious Cancer” sonó como un tiro con Igor azuzando sin parar. Tras el cover de “Police Truck” (Dead Kennedys), remataron con “Sick Life”, y aquello fue desmadre total pese al lodazal. Mucho mejor de lo que esperaba, aunque me jodió perderme media hora de su set. Malditos solapamientos.
Dirkschneider. Anunciados como show especial Balls to the Wall. Al principio dudé, porque arrancaron con “Fast as a Shark”, “Living for Tonite” y “Midnight Mover”. Pero luego cayeron en lo prometido: Balls to the Wall entero, del tirón, tema tras tema.
Y aún hubo tiempo para más: tres hits de otros discos, con “Princess of the Dawn” levantando el ánimo, seguida de “Up to the Limit” y, para cerrar, “Burning”. Conciertazo de puro heavy metal, sin trampa ni cartón.
Papa Roach. Los “estrellitas” del día. Llegaron con aires de grandeza y prohibieron a casi todos los fotógrafos entrar al foso, igual que los Guns el día anterior. Solo que Guns N’ Roses son historia viva de la música, y estos… unos mindundis en comparación. Olvidable.
Dimmu Borgir. La lluvia volvió a joder la fiesta. Canciones como “Puritania” o “In Death’s Embrace” siempre molan, pero acabamos huyendo antes de empaparnos. Shagrath sigue teniendo un carisma único, pero el clima se cargó la experiencia. Así que hasta aquí llegó el viernes. Acabamos tiesos de frío.
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