BARCELONA ROCKFEST 2025. Viernes
BARCELONA ROCKFEST 2025. Viernes 27 de junio
Texto y fotos: Iñigo Malvido
El viernes 27 de junio, el Parc de Can Zam acogió una velada variada que transitó por diferentes géneros, desde la energía vibrante del power metal hasta la calidez del southern rock, pasando por la tradición folclórica y el ímpetu del hard rock. La apertura estuvo a cargo de Carry y Lèpoka, quienes encendieron el ambiente con una frescura juvenil y contagiosa, seguidos por Bonfire, que trajo de vuelta el espíritu melódico ochentero, y Ensiferum, que desplegó su épica combinación de folk metal nórdico.
La antorcha musical fue recogida por The Hellacopters, que incendiaron el escenario con riffs contundentes y la actitud propia del rock escandinavo. Posteriormente, La Gripe y Tú imprimió un toque urbano y local, antes de que los veteranos Running Wild se adentraran en aguas de metal pirata con una puesta en escena cargada de fuego y pirotecnia.
El cierre magistral corrió a cargo de la icónica Lynyrd Skynyrd, que coronó la noche con himnos sureños inolvidables, dejando una atmósfera impregnada de nostalgia y potencia.
Esta jornada se convirtió en un encuentro entre lo tradicional y lo emergente, consolidando al Rock Fest como un epicentro de libertad sonora dentro del universo rockero y metálico.
Carry fue el encargado de abrir el día con un concierto que marcó la tercera cita de su joven pero intensa carrera, y su debut en Barcelona. Este nuevo proyecto de punk-rock-ska, liderado por el guitarrista de Crisix, irrumpió con una descarga eléctrica cargada de insolencia, ritmos para bailar y un mensaje contundente que impactó al público desde el primer instante.
Alejados del thrash técnico de su banda original, en pausa temporal, apostaron por un repertorio afilado y fresco, destacando temas como “Puto Hater”, un misil contra la crítica vacía, y “Sudapollismo Ilustrado”, cuya provocadora letra generó aplausos y sonrisas a partes iguales.
Uno de los momentos más celebrados fue su versión ska de “Ñapa es” de Ska-P, que transformó el foso en una pista de baile caótica y vibrante. La actitud desbordante y la conexión inmediata con los asistentes dejaron claro que, aunque se encuentran en sus primeros pasos, pisan con fuerza y sin pedir permiso. Si este es solo el comienzo, habrá que estar atentos a lo que deparan.
Con el sol abrasador sobre Can Zam, Lèpoka irrumpió dispuesto a convertir el césped del festival en una taberna festiva al aire libre. Lo consiguieron con creces. Desde el primer acorde, el público respondió con cánticos, saltos y brindis, al compás de su mezcla inconfundible de folk metal y desenfado cervecero.
“Dios está borracho” fue uno de los puntos álgidos, con todos levantando sus copas al unísono, mientras el “Baile de los Caídos” provocó un desmadre rítmico que impedía quedarse quieto. Un detalle digno de mención fue el carisma desbordante de Dani Fuentes, que intercaló melodías clásicas como “La Llorona” dentro de sus propios temas.
Dani Nogués sorprendió lanzando al público algunos discos que incluían entradas para su concierto en Barcelona en noviembre, evidenciando la ambición de la banda por conquistar el mundo con su música festiva y actitud positiva.
“Seguimos en pie” y “Contra viento y marea” resonaron como mantras, dejando claro que Lèpoka no solo entretiene, sino que también une. El folk metal más fiestero demostró que tiene una base sólida en Barcelona y muchas razones para quedarse.
Pese al calor, Ensiferum desplegó su combinación habitual de agresividad melódica y espíritu vikingo, incendiando al público con temas como “Rum, Women, Victory” y “In My Sword I Trust”. La audiencia no dudó en formar pogos y alzar los cuernos al cielo mientras la banda se mostraba sólida y enérgica, equilibrando potencia y melodía con precisión nórdica.
Los broches finales con “Victorious”, “Andromeda” y “Two of Spades” dejaron un sabor a querer más, demostrando que Ensiferum sigue siendo un pilar del folk metal contemporáneo, con una entrega y magnetismo que convierten cada presentación en una celebración triunfal.
Simultáneamente, en la Rock Tent, Ciclonautas desplegó un arsenal de riffs densos, letras afiladas y una actitud de carretera. Su sonido, que mezcla el rock clásico con el stoner actual, se mostró sólido, directo y sin concesiones. Temas como “Bienvenidos los muertos” o “Dale al Play” resonaron potentes, con la banda jugando con cambios de ritmo y atmósferas, dejando espacio para solos sin perder fuerza.
El público, sumido entre luces tenues y humo, respondió con devoción, entregándose a una propuesta honesta y contundente.
Bonfire, veteranos de la escena alemana, brillaron con su hard rock melódico y ochentero, manteniendo intacta la llama pese a los años. Su sonido característico, con guitarras afiladas y estribillos memorables, resonó en un show nostálgico que hizo vibrar a los seguidores del AOR y el heavy clásico.
Canciones como “Ready 4 Reaction”, “Sweet Obsession” y “You Make Me Feel” fueron coreadas incluso por quienes buscaban refugio del sol, rendidos ante el encanto intemporal de la formación. El vocalista Dyan Mair destacó con solvencia mientras las guitarras rugían como en sus mejores días.
Con el ocaso, La Gripe y Tú se adueñó del escenario principal, actuando con la familiaridad de quien se siente en casa. Herederos del espíritu canalla y urbano de Platero y Tú, ofrecieron un concierto cargado de actitud, guitarras crudas y letras que evocan la calle, la cerveza y la camaradería.
Temas populares como “Juliete”, “Voy a acabar borracho” y “Hay poco Rock & Roll” conectaron rápido con el público, que no perdió la oportunidad de cantar junto a ellos.
En medio del vendaval de guitarras, Deborah Bonham proporcionó un oasis de elegancia y sensibilidad en la Rock Tent. Hermana del legendario John Bonham de Led Zeppelin, Deborah demostró que el legado familiar no pesa cuando se posee una voz capaz de acariciar el blues, atravesar el soul y rugir con la fuerza del rock clásico.
Acompañada por una banda sobria y efectiva, su repertorio transitó entre emoción contenida y potencia vocal desbordante, dejando momentos de piel de gallina. Las influencias zeppelianas fueron evidentes, pero sin eclipsar su personalidad artística, construida a base de talento y autenticidad.
The Hellacopters tomaron el escenario principal como un vendaval escandinavo de riffs, energía y rock and roll puro. Liderados por Nicke Andersson, desataron cerca de una hora de adrenalina concentrada, reafirmando su lugar como una de las bandas más contundentes del high-energy rock europeo.
Canciones como “Toys and Flavors”, “By the Grace of God” y “Carry Me Home” fueron recibidas como himnos por un público entregado al ritmo vertiginoso, el sudor y la distorsión. Sin artificios ni discursos largos, la banda fue al grano: guitarra, velocidad y electricidad en estado puro.
Running Wild, auténticos capitanes del metal pirata, ofrecieron un espectáculo épico cargado de energía y clásicos que hicieron vibrar a la audiencia de principio a fin. La histórica banda alemana desplegó su característico repertorio de riffs potentes, letras llenas de historias marineras y rebeldía, junto con un carisma solo al alcance de los grandes veteranos.
Su puesta en escena fue la más elaborada del día, con un escenario decorado al detalle y el uso constante de fuego y pirotecnia, generando una atmósfera de aventura y camaradería que la multitud respondió con cánticos y puños en alto desde las primeras canciones.
Este concierto no solo fue una presentación, sino un viaje musical a bordo de un barco sonoro que reafirmó por qué Running Wild siguen siendo referentes del metal clásico europeo.
Finalmente, Lynyrd Skynyrd cerró la jornada con un broche de oro. La emblemática banda de rock sureño ofreció un espectáculo lleno de nostalgia, potencia y esa esencia única que los ha convertido en íconos para varias generaciones.
Su característico sonido de guitarras gemelas, melodías memorables y la voz cargada de alma lideraron una noche mágica bajo el cielo de Barcelona. Clásicos como “Sweet Home Alabama”, “Free Bird” y “Simple Man” hicieron vibrar a una audiencia entregada que cantó y se emocionó al unísono.
El momento más emotivo llegó cuando Ronnie Van Zant Jr., actual vocalista, dedicó unas palabras a los miembros originales ya fallecidos, culminando con un sentido aplauso al legado familiar.
Lynyrd Skynyrd no solo tocaron esa noche; lograron conectar, recordándonos que la música es un idioma universal capaz de unir y emocionar a través de generaciones y fronteras.

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