BARCELONA ROCKFEST 2025. Sábado
BARCELONA ROCKFEST 2025. Sábado 28 de Junio
Texto y fotos: Iñigo Malvido
El tercer día del festival catalán amaneció con temperaturas sofocantes y una programación que prometía emociones fuertes. Aunque las circunstancias alteraron el flujo habitual —con la caída inesperada de Wolfmother del cartel a última hora—, la jornada se transformó en un desfile de intensidad, creatividad y energía que mantuvo a los asistentes en vilo desde la tarde hasta bien entrada la madrugada.
Uno de los momentos más comentados llegó cuando Radity, en principio previstos para un espacio secundario, saltaron a un escenario principal y desataron un vendaval de riffs vertiginosos que conquistaron a una multitud entregada. El público respondió con saltos, pogos y una ovación que certificó su consolidación como revelación del encuentro.
El menú musical transitó por registros diversos: desde la fantasía sideral de Gloryhammer hasta la agresión sin freno de Exodus, pasando por el filo combativo de Soziedad Alkoholika o la teatralidad macabra de King Diamond, que convirtió la explanada en un ritual de oscuridad. Avatarium, Sínkope y Malaputa aportaron dinamismo en espacios paralelos, mientras Dirkschneider cerró con una descarga que evocó épocas doradas del heavy.
Gloryhammer aportaron uno de los espectáculos más llamativos de la jornada: teatralidad intergaláctica, un público completamente implicado y un “duende” animando a las masas. Malaputa, por su parte, desnudaron un sonido de calle, visceral y sin artificios, logrando una conexión inmediata con la audiencia.
Obús, como siempre, ratificaron su estatus de leyendas con un repertorio de clásicos inmortales que desataron cánticos unísonos y un cierre multitudinario que hizo temblar el suelo. Exodus encendieron la mecha del caos con circle pits y un repaso a sus himnos más corrosivos, mientras The Baboon Show convirtieron la noche en una fiesta punk de sudor, saltos y actitud incendiaria, con Cecilia Boström como epicentro de un torbellino que nadie quiso perderse.
Los barceloneses Radity fueron, sin duda, protagonistas de la tarde al pasar de un espacio secundario a uno de los escenarios centrales en plena franja de máxima afluencia. Con su thrash afilado y enérgico, el cuarteto demostró por qué se coronó vencedor en la última edición de la Wacken Metal Battle Spain. Con Daniel Carmona a las voces y guitarra, Carla Rodríguez al bajo y la sólida base rítmica de Pau Grané y Saúl Carmona, ofrecieron una descarga compacta, veloz y contundente que puso en pie a los asistentes, confirmando que su juventud no les impide sonar como veteranos.
La noche siguió escalando en tensión con el arrollador paso de Soziedad Alkoholika. Los vitorianos desplegaron su característico cóctel de metal, hardcore y protesta incendiaria, convirtiendo la explanada en un hervidero de pogos y brazos alzados. Entre clásicos coreados con rabia y su habitual discurso afilado, el quinteto dejó claro que su fuerza en directo sigue intacta.
Ya envueltos en oscuridad, la atmósfera se tornó ceremonial con la llegada de King Diamond. Lo suyo trascendió el formato de concierto convencional: una puesta en escena que parecía sacada de una ópera gótica, con decorados lúgubres y un dramatismo que elevó cada tema a una experiencia teatral total. Himnos como “Halloween”, “Welcome Home” o “Sleepless Nights” retumbaron entre luces siniestras, y la interpretación de “Abigail” en el clímax del show selló una velada inolvidable, difícil de encontrar en cualquier otro directo actual.
Cuando el cansancio empezaba a pesar, Udo Dirkschneider devolvió la energía con una descarga de puro heavy germano, repasando clásicos de Accept con voz rugosa y actitud inquebrantable. Acompañado de una banda afilada y precisa, hits como “Balls to the Wall” y “Fast as a Shark” lograron mantener despierta a una multitud que resistió hasta la última nota, agradeciendo cada acorde de un artista que sigue siendo sinónimo de integridad.
Mientras tanto, en la carpa, Motörhits prolongaron la fiesta para los más resistentes, elevando la noche a un momento histórico con la aparición de Mikkey Dee tras la batería, desatando gritos de euforia entre los testigos de un tributo que trascendió cualquier etiqueta.
Un sábado que será recordado como una de las cumbres del Barcelona RockFest 2025, con un menú variado donde la velocidad, la teatralidad y la leyenda convivieron en perfecta armonía.

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