HELLFEST 2025. Crónica del Sábado
Texto: Marijo y Leo Luna
Fotos: Iñigo Malvido
Aquí tenéis la crónica de lo vivido el tercer día de festival
SÁBADO 21
Majestica. El que fuera guitarrista en Sabaton, Tommy Johansson es una figura carismática y polifacética del metal melódico actual. En su actuación en el Hellfest 2025 alternó solos veloces, claramente influenciados por Yngwie Malmsteen con pasajes melódicos de gran emotividad. Su interpretación vocal fue impecable, combinando agudos heroicos con pasajes más teatrales. Mostró una gran conexión con el público: sonriente, haciendo coros con la audiencia, animando a cantar los estribillos y mostrando una energía desbordante incluso en los momentos más técnicos del show. Majestica encendió el Mainstage2 desde el arranque con Power Train marcando el tono heroico y el doble bombo a toda presión. Continuaron con cortes melódicos y épicos como Night Call Girl, Thunder Power y A New Beginning, subiendo intensidad con Ghost of Marley y el emotivo cierre con Alliance Forever.
Tryglav – Temple. Los eslavos ofrecieron un black metal melódico con atmósfera mística. Apreciados por los seguidores del género, aunque reconocidos por no estar explorando territorios demasiado innovadores
Vulture Industries – Altar. Su propuesta de metal progresivo mezclado con cabaret gótico fue fascinante y experimental. Los noruegos desafiaron al público con su teatralidad, ganando aplausos por originalidad y oscuridad.
Persefone – Altar. El progressive death metal de Persefone destacó por su sofisticación técnica y atmósfera envolvente que combinó cambios de ritmo, melodías intensas y complejidad rítmica.
Spectral Wound. Su black metal canadiense fue intenso en el Temple, con ambientes densos y guturales. Ejecutaron con brutalidad, pero sin ofrecer giros que los distinguieran masivamente.
Wheel – Altar. Su propuesta de progressive metal más relajado no terminó de encajar: técnicamente impecables pero su tempo suave no conectó con el ánimo, provocando hastío entre algunos asistentes.
The Ocean – Altar. La banda alemana entregó un show de post‑metal profundo y envolvente, ideal para quienes buscan atmósfera. Eso sí, resultó demasiado introspectivo para quien esperaba acción festivalera.
Vola – Altar. Su set de progressive rock/metal fue íntimo y elegante ideal para quienes buscan paisajes sonoros sofisticados. Aunque su propuesta suavizó el ritmo festivalero, el público técnico y especializado los recibió con aplausos y reconocimientos a su virtuosismo instrumental. Asger Mygind guitarrista y vocalista cumplió sobradamente, mostrando su voz suave y expresiva en medio de un mar de capas electrónicas. Sin embargo, el tono pausado y atmosférico hizo que parte del público se desconectara o se desplazara a otros escenarios. Ellos se lo perdieron ya que la ejecución fue impecable y la música preciosa. Lo más destacado fue el contraste entre los momentos más electrónicos y los riffs pesados, especialmente en temas como Smartfriend y Head Mounted Sideways. Como sorpresa Cannibal interpretada originariamente con Anders Fridén de In Flames fue Einar Solberg de Leprous el encargado de ejecutarla. Brillante, recibió una ovación ensordecedora por el público presente.
Abbath – Temple. El black noruego fue visceral y ritual. Abbath demostró presencia feroz, coros salvajes y riffs cortantes. Destacaría la forma de despedirse a lo black metal, es decir dejan sus instrumentos y cada uno sale por su lado. Sin saludos, ni abrazos, ni foto ni nada.
Leprous. Se confirmaron como uno de los grandes referentes del metal progresivo moderno. En contraste con Vola, su actuación fue una montaña rusa emocional que logró una conexión total con el público. La banda noruega, liderada por el carismático Einar Solberg, brindó un show enérgico, técnico y profundamente emocional. Solberg estuvo especialmente inspirado, tanto vocal como instrumentalmente, alternando el piano con una interpretación vocal que recorrió desde suaves susurros hasta desgarradores falsetes. Le acompañó una banda precisa al milímetro, destacando el batería Baard Kolstad, cuyo despliegue técnico dejó boquiabierto al público del Altar.
El setlist se centró en sus dos últimos trabajos, Aphelion y Pitfalls, aunque también hubo espacio para clásicos modernos como Below o Nighttime Disguise.
Dream Theater – Mainstage2. La banda desplegó su virtuosismo técnico e interpretativo en un show cuidadosamente construido. Empezaron con una intro orquestal que generó expectación, siguieron con cortes modernos como Night Terror o Midnight Messiah y rindieron tributo a sus clásicos con Pull Me Under y Peruvian Skies. La producción fue impecable con luces, láseres y proyecciones sincronizadas que realzaron los cambios de tempo y la complejidad instrumental. Dream Theater ofreció un cierre técnico y poderoso, equilibrando su legado progresivo con piezas recientes y adaptaciones creativas. Aunque su música compleja y cerebral no conectó al 100 % con quienes buscaban algo más visceral, para los fans fue una experiencia memorable, respaldada por su 40º aniversario y el retorno de Mike Portnoy, representando un momento estelar en la historia del festival.

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